No cometas el error de pensar que tu tarjeta de crédito es una extensión del dinero que ganas
Es muy probable que uno de tus primeros contactos reales con el mundo financiero, haya sido cuanto obtuviste tu primera tarjeta de crédito.
Un perfil de inversión no es mejor o peor que otro; a la final todo depende del nivel de riesgo que estés dispuesto a tolerar.
Seguramente, desde que eras pequeño has escuchado con insistencia que las deudas no eran buenas para tu salud financiera y que por lo tanto debías evitarlas. En parte tienen razón; no es muy inteligente que vivas eternamente endeudado con la tarjeta de crédito porque la utilizas para pagar tus gastos de consumo.
Elaborar un sencillo presupuesto familiar, es el primer paso práctico para poner orden en la economía doméstica
No es necesario contar con grandes fortunas de dinero para tener la necesidad de elaborar el presupuesto familiar. Muchas familias piensan que no es necesario porque apenas tienen una modesta fuente de ingresos y sus gastos mensuales son los típicos de cualquier familia promedio, como pagar la renta, las facturas de servicios, alguna escapada al cine, el colegio de los niños, o los gastos del vehículo. Independientemente de la holgura económica que tenga tu familia, necesitas elaborar el presupuesto familiar.
Del mismo modo que ocurre en una empresa, mientras no manejemos adecuadamente la economía doméstica, estaremos incurriendo en graves errores con nefastas consecuencias para nuestros bolsillos (y también para nuestra salud), como las deudas que nos cuesta muchísimo pagar, y repetiremos una y otra vez la tristemente célebre frase: “no llego a fin de mes”.
Para evitar esos momentos embarazosos, debes poner orden en la economía doméstica y el primer paso práctico para lograrlo es elaborar un sencillo presupuesto familiar. El presupuesto te permitirá llevar las cuentas al día, y te ayudará a no derrochar el dinero; te permite hacer un seguimiento de tus gastos para reducirlos, priorizarlos o eliminarlos en la medida de lo posible; además, si mediante el presupuesto conoces la situación económica de tu familia al día de hoy, estarás en capacidad para hacer mejores previsiones, te invitará al ahorro y a protegerte ante imprevistos como enfermedades, desperfectos en la vivienda, averías del vehículo, etc.
Un presupuesto básico tiene dos columnas: la columna de INGRESOS y la columna de GASTOS. En la columna de ingresos escribirás las entradas de dinero que sostienen a tu familia: salarios, horas extras, ayudas económicas y, en general, cualquier otra fuente de ingreso que tu familia tenga durante el mes.
En la columna de gastos, registrarás todos los gastos mensuales clasificándolos en tres categorías: [1] gastos obligatorios (los que no puedes dejar de pagar y además son fijos); por ejemplo, la renta o hipoteca de la casa, un préstamo bancario que hayas solicitado, las cuotas de la Seguridad Social, o el pago de la comunidad. La categoría [2] corresponde a los gastos necesarios (no puedes dejar de pagarlos, pero puedes reducir el importe de lo que pagas); ejemplos típicos de esta categoría corresponden a las facturas de electricidad, agua, teléfono, gastos de alimentación, vestido y transporte. Como ves, no puedes dejar de incurrir en este tipo de gastos, pero puedes tomar acciones para reducir el importe que pagas. La tercera categoría [3] es la de gastos ocasionales o superfluos. Aquí apuntarás todos esos gastos que puedes eliminar totalmente en caso de que sea necesario, por ejemplo: los gastos de ocio y recreación (alimentación y bebidas fuera de casa, paseos de fin de semana), también los bienes de consumo no imprescindibles, como los equipos electrónicos u otros objetos similares.
Una vez que hayas registrado con sinceridad todos los ingresos y todos los gastos, totaliza ambas columnas y establece la diferencia entre ambas. Si el total de la columna de gastos es mayor que la de los ingresos, no hace falta que te diga (porque ya lo habrás notado) que estás en serios problemas económicos y deberás comenzar cuanto antes a eliminar los gastos ocasionales y a reducir el importe de los gastos necesarios (salvo que estés en condiciones de obtener mayores ingresos). Si por el contrario, la columna de ingresos es mayor que la de gastos, deberás interpretar esa diferencia como tu capacidad de ahorro; de ser así, marca el objetivo de ahorrar por lo menos el 10% de tus ingresos mensuales y comprométete a lograrlo.
Recuerda que el objetivo del presupuesto familiar es hacer que los ingresos cubran los gastos; por eso, cuando vayas a elaborar el presupuesto involucra a la familia para que todos se comprometan con el ahorro y eviten el derroche. El presupuesto te ayudará a identificar y eliminar gastos innecesarios, reducir los gastos superfluos y disminuir las facturas de los gastos necesarios. Para que tengas mayor holgura y el presupuesto sea tu mejor aliado financiero, evita hasta donde sea posible el uso de tarjetas de crédito, cuídate de contraer deudas a largo plazo o con intereses muy altos (sobre todo, los créditos al consumo) y lo más importante, nunca te olvides de la regla de oro: no gastes por encima de tus posibilidades.
No dejes que el miedo te paralice o te debilite emocionalmente; considéralo como algo necesario y úsalo a tu favor
Quien nunca haya tenido miedo a perder dinero, que tire la primera piedra. Es obvio que a nadie le gusta perder dinero; lo cuidamos como si fuese nuestro bien más preciado, pero conviene reflexionar sobre cómo ese miedo afecta nuestras actitudes.
El miedo a perder dinero es inevitable (tanto para pobres como para ricos); pero más que inevitable, el miedo también es necesario, por lo que no es de cobardes sentir ese temor. La cuestión de fondo no es el miedo en sí, lo que verdaderamente interesa es cómo ese miedo nos afecta emocionalmente; en otras palabras, cómo gestionamos el dinero aun sintiendo miedo. En ocasiones, las personas temen tanto perder que no corren ningún tipo de riesgos, juegan a lo seguro y a la final terminan perdiendo.
¿Cómo manejar la percepción de riesgo, la sensación de pérdida y la experiencia del fracaso? Uno de los mejores trucos para vencer tu miedo a perder, es replanteando tu concepto de fracaso ¿Qué es el fracaso para ti? Puedes verlo como una tragedia o como un aprendizaje; puedes entenderlo como la señal para abandonar tus anhelos, o visualizarlo como una inspiración para ir incluso más allá de tus sueños. Posiblemente veas el fracaso como un castigo por tu ambición, o quizás prefieras entenderlo como una nueva oportunidad; probablemente lo consideres una derrota, mientras que otros lo ven como el momento para volver a comenzar.
Hay personas que se debilitan ante el fracaso, mientras que otras se fortalecen ¿Cómo y por qué ocurre eso? Básicamente, la diferencia no la encontremos en cuestiones objetivas, como los títulos académicos que has obtenido, el lugar dónde vives, la edad, o la fortuna que posees; la diferencia entre una y otra forma de ver las consecuencias del fracaso está en la actitud, y tu actitud depende de lo que creas.
En términos concretos, el miedo a perder dinero está enraizado con el miedo al fracaso y una de las recomendaciones más prácticas para superar el miedo a perder el dinero es asumir el hecho de que nadie te lo quitará de las manos (a menos que tu lo permitas); el dinero tampoco va a desaparecer por sí solo (salvo que lo tires por la ventana y el viento se lo lleve). En cualquier caso, tu eres el gran administrador del dinero y ya sabes que no hay éxitos sin aprendizajes. Cuantas más habilidades adquieras para gestionar tu dinero, menos aversión tendrás al fracaso y en consecuencia menos preocupación sentirás ante la posibilidad de perder. Recuerda que ningún rico se ha hecho rico sin perder algo de su dinero
En este punto bien vale la pena extraer una poderosa frase del libro Padre Rico Padre Pobre cuyo autor, Robert Kiyosaki, advierte sin tapujos que los perdedores evitan el fracaso, mientras que el fracaso convierte a los perdedores en ganadores. Entonces, no le tengas pánico el fracaso porque tu respuesta natural ante ese temor será no hacer nada (y no por miedo a perder vas a dejar de jugar). Tampoco te conformes con jugar a lo seguro porque aun ganando, de poco te servirá. No olvides que tu tienes la suficiente capacidad para ganar, y si llegas a perder el dinero, no te preocupes porque siempre tendrás las herramientas y las habilidades para encontrar nuevas oportunidades de recuperarlo y recapitalizarlo.
Mi recomendación final: atrévete y nunca pienses en términos de pobreza, porque ella siempre está custodiada por un gran ejército de agobios, miedos y temores.
La forma cómo obtienes tus ingresos principales, revela el tipo de persona que eres y la manera como piensas
Uno de los diagramas más útiles para entender quiénes somos y cómo pensamos, es el famoso cuadrante del flujo de dinero, ideado por Robert Kiyosaki para ilustrar los cuatro perfiles de las personas en función de la manera en la que principalmente obtienen sus ingresos.
Cada cuadrante tiene sus propias particularidades. Tu manera de ganar dinero dependerá del cuadrante en el que te encuentres, el cual a su vez dependerá de tu forma de pensar, de tus intereses, de tu trayectoria educativa y de tus habilidades. El diagrama se divide en cuatro cuadrantes (E – A – D – I)
Las personas ubicadas en el cuadrante [E] (EMPLEADOS) son aquellas que desean seguridad en el trabajo, con buen salario y beneficios que compensen todo el tiempo que destinan a satisfacer los objetivos financieros de otras personas. En este cuadrante, da lo mismo que sean repartidores de café o directores ejecutivos; en ambos casos, el dinero que ganan es el producto de una relación contractual; eso es lo que importa. Desde un punto de vista financiero, este grupo de personas depende totalemente del salario y otras remuneraciones que le pagan sus empleadores. En resumen, las personas del cuadrante [E] tienen un empleo.
Las personas ubicadas en el cuadrante [A] (AUTO EMPLEADOS) también desean la seguridad en cuanto a sus ingresos financieros, pero a diferencia de los empleados, no lo hacen trabajando para los demás a cambio de un salario fijo, sino manteniendo la autonomía y el control sobre sí mismos en cuanto al trabajo que realizan y las compensaciones económicas que esperan adquirir en función de sus conocimientos, experiencia, horas de trabajo que dedican y perfección con la que intentan hacer las cosas. Las personas de este cuadrante se enfocan en el producto y son poco propensos a delegar. Este grupo se caracteriza por la abundante presencia de profesionales bien formados en áreas específicas (desde médicos y arquitectos hasta pintores de brocha gorda y jardineros que trabajan por cuenta propia, pasando por mecánicos, dentistas, vendedores a comisión, consultores, etc.) Además de valorar la seguridad, las personas en este cuadrante también valoran la libertad y la autonomía. En resumen, las personas del cuadrante [A] controlan y son dueñas de su propio empleo.
El tercer cuadrante [D] (DUEÑOS DE NEGOCIOS) corresponde a personas cuyo perfil es el opuesto al de los empleados. Les gusta delegar y esperan que sean los demás quienes hagan el trabajo que les beneficiará económicamente. Las personas de este cuadrante poseen la propiedad o tienen el control sobre el sistema de negocios, se esfuerzan por aprovechar lo mejor de las personas con las que se rodean y demuestran habilidades para liderar a la gente. A diferencia de las personas del cuadrante [A] que se enfocan en el producto y cuyos beneficios dependen de su trabajo directo, las personas que se encuentran en el cuadrante [D] se enfocan en el sistema integral del negocio, por lo que no tienen necesidad de realizar trabajos directos para obtener sus ingresos; de esa manera se aseguran que el dinero siga ingresando en sus cuentas bancarias aun cuando estén de vacaciones o indispuestos físicamente para realizar alguna labor. En resumen, las personas del cuadrante [D] poseen un sistema de negocios y contratan gente para ganar dinero gracias al trabajo de ellos.
Por último, el cuarto cuadrante [I] (INVERSIONISTAS) corresponde a las personas que se enfocan en ganar dinero sin necesidad de trabajar, haciendo que el dinero trabaje para ellos. Son personas que saben y están en condiciones de asumir riesgos. Según Kiyosaki, en este cuadrante es donde el dinero se convierte en riqueza, al considerar que ésta no se mide en unidades monetarias (o cantidad de dinero) sino en el número de días que se puede vivir sin trabajar de manera directa y manteniendo (o incluso incrementando) el bienestar y la calidad de vida. En resumen, las personas que integran el cuadrante [I] no necesitan trabajar de manera directa ni contratar gente para que hagan el trabajo, puesto ganan dinero haciendo que sea el dinero el que trabaje para ellos.
Después de este rápido paseo por el cuadrante del flujo de dinero:
- ¿En cuál de ellos has reconocido que te encuentras?
- ¿Deseas mantenerte toda la vida en ese cuadrante?
- ¿Has decidido traspasar las fronteras del cuadrante en el que hoy te encuentras?
- ¿En cuál cuadrante quieres estar dentro de 3 o 5 años?
- ¿Cuáles son los primeros pasos que vas a dar para lograrlo?
Encontrar las respuestas a estas preguntas te ayudará a tomar buenas decisiones que mejorarán tu calidad de vida y te acercarán a lograr tus metas financieras.
Comienza a sanear tu economía conociendo cuánto dinero tienes, cuánto debes y cuánto te queda
El activo neto financiero es uno de los más útiles indicadores que ilustran la capacidad que tienes para alcanzar tus metas financieras. Ya sabes que una meta financiera puede estar expresada a corto, mediano o largo plazo; por ejemplo: adquirir una vivienda; garantizar suficientes ingresos después del retiro, etc. Básicamente, el activo neto financiero es la diferencia que resulta al restar los pasivos de los activos, es decir:
Activo Neto Financiero = Activos Financieros – Pasivos Financieros
Vayamos por partes:
Para calcular el total de tus activos financieros, lo más importante que debes saber es que tus activos corresponden al dinero físico que posees para comprar ahora o más adelante. También puedes considerar como activos financieros, aquellas inversiones que pueden transformarse en dinero real. Los artículos de consumo, como tu ropa, el televisor, la lavadora, muebles y enseres (a menos que pienses venderlos) no debes considerarlos como activos financieros ya que no contribuyen a poner dinero en tu bolsillo.
Por la otra parte, de manera general, los pasivos financieros incluyen todas las deudas que tienes y cualquier otro compromiso de pago u obligación que contractualmente hayas adquirido y que implique entregar efectivo o despojarte de un activo financiero. Existen pasivos a corto y largo plazo, exigibles y no exigibles, pasivos contingentes; pero esto lo dejaremos para más adelante. Por ahora, lo importante es que reconozcas las diferencias fundamentales entre los activos y los pasivos financieros.
Una forma simple de entender la diferencia entre activos y pasivos, es la que ya dijimos en una oportunidad anterior y aquí la recordamos: un activo es todo aquello que te pone dinero en el bolsillo, mientras que un pasivo es todo aquello que te extrae el dinero.
Cada persona, según sus circunstancias, intereses y objetivos, interpretará de una u otra manera el valor que resulte de restar los pasivos de los activos, pero en cualquier caso, una muy buena recomendación es que calcules ahora tu activo neto financiero. Conoce cuánto dinero tienes, cuánto debes y cuánto te queda, y luego actúa tratando de eliminar las deudas de mayor importancia para que una vez saneada tu economía, comiences a construir una base financiera que te permita vivir cómodamente (sin agobios) durante al menos tres meses.
Sin darte cuenta, estarás comenzando a obtener tu libertad financiera y posiblemente te arrepientas de no haberlo hecho antes.
Puedes comenzar a construir tu historial financiero, solicitando una tarjeta de crédito asegurada
Si no dispones de un historial crediticio, o si alguna vez te han negado un crédito, es hora de que comiences a pensar en la tarjeta de crédito asegurada. Como sabes, la forma como utilizas las tarjetas de crédito impacta ampliamente en tu historial financiero; por eso, tanto para iniciar con buen pie ese historial, como para reparar y restablecer una situación de crédito algo débil, una buena opción es recurrir a este tipo de instrumento. El crédito de esas tarjetas está asegurado por un depósito que efectúas en una cuenta de ahorro especialmente destinada para tal fin, por lo que el límite del crédito dependerá de la cuantía de ese depósito.
Muchas personas confunden las tarjetas de crédito aseguradas con las tarjetas de débito pre-pagadas (o simplemente tarjetas de pre-pago); éstas funcionan como las tarjetas de débito normales, con la salvedad de que los fondos disponibles han sido cargados con anterioridad. En esta categoría se incluyen las tarjetas de descuento y las muy conocidas tarjetas de regalo.
Con la intención de ayudar a crear hábitos de consumo responsable y contribuir con su seguridad al no tener necesidad de pagar con dinero en efectivo, muchos padres optan por darles a sus hijos las tarjetas pre-pagadas; sin embargo y a diferencia de lo que ocurre con la las tarjetas de crédito aseguradas, la emisión de las tarjetas de débito pre-pagadas no es informada a las agencias de crédito, por lo que la manera como son utilizadas no surtirá efecto en la construcción o consolidación del historial crediticio personal.
Aun cuando en ambos instrumentos los fondos están garantizados, es preferible operar con las tarjetas de crédito aseguradas; en primer lugar, porque además de establecer y manejar tu propio límite de crédito, podrás comenzar a construir un sólido historial financiero, y luego de transcurridos doce meses, muchos bancos te ofrecen la oportunidad de solicitar una nueva tarjeta de crédito sin depósito de garantía.
Cada alternativa de inversión es única, y el hecho de asumir un mayor riesgo no siempre conduce a una mayor rentabilidad
Cuando vayas a invertir, una de las primeras preguntas que deberás hacerte será: ¿vale la pena invertir? ¿Conviene asumir el riesgo? Una de las valoraciones más importantes para diferenciar una alternativa de inversión de otra, es la combinación del riesgo que vas a asumir con los beneficios o rendimientos que esperas obtener (rentabilidad).
Por regla general, una inversión de mayor riesgo produce mayor rentabilidad. Si no fuese así, dejaría de ser atractiva cualquier alternativa de inversión que reporte los mismos beneficios potenciales que otra con un riesgo menor.
El riesgo está vinculado a la incertidumbre sobre los beneficios que realmente obtendrás al invertir. Puedes ganar más de lo que esperas, menos de lo deseado o, incluso, puedes perder todo el dinero que invertiste. No hay forma de evitar el riesgo porque la rentabilidad nunca estará asegurada.
Cada alternativa de inversión es única porque combina el riesgo con la rentabilidad. Como no todas las alternativas tienen el mismo riesgo, ni la misma rentabilidad, hay dos “leyes” que dicta el sentido común y que deberás considerar al momento de elegir:
- Entre dos alternativas con IGUAL RIESGO, debes elegir la de MAYOR RENTABILIDAD
- Entre dos alternativas con IGUAL RENTABILIDAD, debes elegir la de MENOR RIESGO
Como ves, no puedes separar el riesgo que vas a asumir con la rentabilidad que esperas obtener, y aunque una inversión de mayor riesgo debiera producir mayor rentabilidad, ten cuidado al momento de decidir porque no hay ninguna garantía de que eso se cumpla. Aceptar un mayor riesgo no siempre conduce a obtener mayor rentabilidad.
No vive mejor quien más dinero gana, sino quien mejor maneja las finanzas personales para alcanzar sus objetivos
Aunque parezca extraño, un buen salario no garantiza el éxito financiero; tampoco significa un fracaso el hecho de tener un salario bajo.
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