Cuando pienses en franquicias, no te olvides de valorar opciones en sectores no tradicionales
Hay personas firmemente decididas a ingresar en el mundo de los negocios pero sin la experiencia necesaria para explotar comercialmente determinado producto o servicio; para ellas, adquirir los derechos de utilización de una marca, junto con la experiencia y los conocimientos claves, es sin lugar a dudas una fórmula de negocios atractiva y una muy buena opción de inversión, pero en ocasiones puede llegar a sorprendernos de manera poco agradable.
Cada vez son más frecuentes las ferias y exposiciones de franquicias, la cuales ya forman parte de la agenda habitual de cada año. Como sabes, a esas ferias van sus dueños y representantes con el claro deseo de vender, y para ello se esfuerzan por proyectar una imagen de confiabilidad y solidez. La puesta en escena siempre ha sido importante en todos los ámbitos en los que interviene el ser humano, pero aquí no sólo está en juego tu dinero, tu futuro financiero también estará comprometido con la decisión que tomes; por eso, lo primero que debes hacer es no dejarte deslumbrar por el atractivo del stand, los artículos POP que ofrecen, o los multicolores y bien diseñados folletos comerciales.
Como no todas las franquicias son iguales y para no exponer innecesariamente el dinero y evitar riesgos, si deseas invertir en una franquicia debes valorar que tan atractiva es y que tanta es su solidez. Una de las primeras señales que recibes de una franquicia confiable, es cuando al mostrar interés por ella, sus representantes se esfuerzan para que comprendas la información comercial y los datos financieros que ponen a tu disposición, así como la historia de la franquicia y sus planes de crecimiento y expansión. Esta sería una buena manera de obtener la confianza que necesitas para seguir evaluando tus opciones. La transparencia es la base fundamental de los negocios; por ello debes exigir transparencia en los asuntos que realmente son de tu interés. En el caso contrario, las franquicias no tan confiables, no intentan convencerte acerca del atractivo del negocio, sino que tratan de hacerte la venta en caliente, aprovechando tu interés para ofrecerte “grandes ventajas” si firmas el contrato en ese momento.
Superado ese primer y muy importante contacto, el sentido común dicta que si estás interesado por una marca particular, antes de dar otros pasos deberás conocer ciertos detalles que te permitan obtener mayor certeza y confiabilidad; por ejemplo: ¿que tan sólida es la marca que deseas comercializar en tu espacio geográfico de mercado? ¿Qué opinan sobre esa marca otras personas que comparten el sector de actividad en el que quieres incursionar? Interesa también que indagues sobre las políticas de innovación que tiene en marcha esa franquicia y cómo te beneficiarás de tales políticas; iguales preguntas debes hacerte respecto a la asistencia técnica y comercial, así como en lo referente al desarrollo de productos.
Por supuesto, no basta con conocer el atractivo de la marca para tomar la decisión ¿Te has paseado por la información sobre el préstamo y las condiciones exigidas por tu Banco acreedor? ¿Has analizado las cifras de rentabilidad? ¿Qué tan rentable es? ¿En cuánto tiempo el negocio comenzará a dar ganancias? ¿Puedes permitirte ese tiempo? Si la franquicia te da parte del apoyo financiero que necesitas ¿en cuáles términos se pactarían las condiciones?
Por último, antes de contraer algún tipo de obligación o compromiso contractual y aun convencido de los aspectos técnicos, financieros y comerciales, busca el asesoramiento de un abogado con experiencia en el mundo de las franquicias. El consejo legal no sólo te protejerá ante los eventuales casos que puedan surgir, sino que además te aconsejará sobre los aspectos financieros propiamente dichos, incluyendo por supuesto los temas fiscales y laborales que no deberás dejar de lado.
Como ves, no hay forma de separar las franquicias de las finanzas. ambas van de la mano y si bien es cierto que las franquicias orientadas al sector de la moda y la cómida rápida son las más demandadas, no te olvides de valorar otras opciones en sectores no tradicionales, puesto que la inversión será significativamente más baja.
Cada alternativa de inversión es única, y el hecho de asumir un mayor riesgo no siempre conduce a una mayor rentabilidad
Cuando vayas a invertir, una de las primeras preguntas que deberás hacerte será: ¿vale la pena invertir? ¿Conviene asumir el riesgo? Una de las valoraciones más importantes para diferenciar una alternativa de inversión de otra, es la combinación del riesgo que vas a asumir con los beneficios o rendimientos que esperas obtener (rentabilidad).
Por regla general, una inversión de mayor riesgo produce mayor rentabilidad. Si no fuese así, dejaría de ser atractiva cualquier alternativa de inversión que reporte los mismos beneficios potenciales que otra con un riesgo menor.
El riesgo está vinculado a la incertidumbre sobre los beneficios que realmente obtendrás al invertir. Puedes ganar más de lo que esperas, menos de lo deseado o, incluso, puedes perder todo el dinero que invertiste. No hay forma de evitar el riesgo porque la rentabilidad nunca estará asegurada.
Cada alternativa de inversión es única porque combina el riesgo con la rentabilidad. Como no todas las alternativas tienen el mismo riesgo, ni la misma rentabilidad, hay dos “leyes” que dicta el sentido común y que deberás considerar al momento de elegir:
- Entre dos alternativas con IGUAL RIESGO, debes elegir la de MAYOR RENTABILIDAD
- Entre dos alternativas con IGUAL RENTABILIDAD, debes elegir la de MENOR RIESGO
Como ves, no puedes separar el riesgo que vas a asumir con la rentabilidad que esperas obtener, y aunque una inversión de mayor riesgo debiera producir mayor rentabilidad, ten cuidado al momento de decidir porque no hay ninguna garantía de que eso se cumpla. Aceptar un mayor riesgo no siempre conduce a obtener mayor rentabilidad.
Para invertir de manera inteligente no basta contar con la suerte o la intuición; también debes poseer una expectativa razonable de rentabilidad.
Una de las grandes diferencias entre ahorrar e invertir es que al invertir estás comprometiendo parte de tus ahorros con la esperanza (que no es certeza) de ganar algo más de dinero, lo cual está muy bien, pero cada vez que inviertes estarás aceptando un riesgo, algo que no ocurre con el ahorro.
Al invertir arriesgas parte de tu dinero para obtener más dinero. Esta es una de las maneras que tienes para hacer que el dinero trabaje para ti, incluso mientras duermes, estés de vacaciones o cenando con tus amigos; pero invertir es muy distinto que jugar a la ruleta o a cualquier otro juego de casino (donde interviene el azar), por lo que tienes que hacerlo con inteligencia. Para invertir de manera inteligente no basta contar con la suerte o la intuición; también debes poseer una expectativa razonable de rentabilidad, la cual dependerá de la cantidad y calidad de la información que poseas sobre la inversión, y del juicio con el que la interpretes para extraer conclusiones, además del riesgo que estés dispuestos a asumir.
Aun con la incertidumbre y el riesgo que conlleva, la inversión inteligente te permitirá un mayor control de tu dinero y la independencia financiera que siempre has deseado, pero nunca olvides que al invertir estarás utilizando parte de tus ahorros y por lo tanto, estarás comprometiendo tu capacidad financiera.
Invierte siempre de manera inteligente y nunca arriesgues el dinero que necesitas para pagar obligaciones inmediatas o en el corto plazo.
No te conformes con aprender los fundamentos básicos de las inversiones. Esfuérzate por aprender algo nuevo cada día
¿Te has preguntado cuál es la razón por la cual aun no has invertido en el mercado de acciones? Las respuestas pueden ser variopintas: “nunca me ha interesado”, “si no me alcanza el dinero para los gastos mensuales, menos voy a tenerlo para invertir”, “conozco un amigo que invirtió todos sus ahorros y los perdió”, “no me anima la idea de invertir porque las ganancias solamente las podré ver dentro de muchos años”, no confío mi dinero a nadie”, etc. Lo cierto es que la gente no se anima, y si lo hacen, quizás caigan en la tentación de retirar rápidamente el dinero que han invertido porque piensan que acabarán perdiéndolo o que podría ser destinado para algo más útil.
El camino de la inversión puede ser largo y tortuoso, pero a la final habrá valido la pena y el esfuerzo. La “madera” de la que está hecho un inversor solo se puede demostrar luego de unos cuantos años; por eso, para aprender el arte de la inversión debemos comprender la forma de pensar de quienes han perseverado para lograr sus objetivos, y todos ellos se enfocan en el largo plazo e invierten en empresas gestionadas por gente honesta, con modelos de negocio transparentes, comprensibles y por supuesto, con precios atractivos y perspectivas favorables. Los grandes inversionistas de éxito, como Warren Buffet o Peter Lynch, no utilizan grandes formalismos para hacer sus inversiones, ni se ocupan de analizar detallados informes técnicos o macroeconómicos. No te conformes con aprender los fundamentos básicos de las inversiones. Esfuérzate por aprender algo nuevo cada día; ellos ya dominan el arte de la inversión, pero si estás comenzando a dar los primeros pasos, te conviene tomar en cuenta algunos consejos para que te inicies con buen pie y para que tu intención de recorrer el largo camino de la inversión no se quede tan solo en un intento.
Si ya estás convencido de que para tener éxito en las inversiones deberás tomar decisiones de manera inteligente, tendrás entonces que aprender de los mejores, y para ello no necesitas viajar a Tokio o New York para asistir a costosos seminarios; puedes aprender de los mejores, leyendo los libros y artículos escritos por gente de peso en el mundo de las finanzas; valga el caso de Benjamín Graham, autor de un magnífico libro titulado “El inversor inteligente”, en el que se explican los fundamentos de algo muy interesante que se denomina la inversión en valor (Value Investing); en este libro podrás comprender el arte de invertir a largo plazo manteniendo un margen de seguridad. También puedes recurrir a múltiples foros, blogs y redes sociales en las que además de conocer personas con tus mismos intereses, podrás encontrar buenas ideas de inversión.
Pero una cosa es aprender los fundamentos básicos de las inversiones, y otra bastante distinta es dominar el arte de la inversión; ésta requiere mucho más tiempo y un esfuerzo de aprendizaje constante. Combinar teoría y práctica es imprescindible para obtener buenos resultados; por ello, permítete cometer algunos errores; todo error puede y debe convertirse en una experiencia de aprendizaje y como nadie aprende a caminar sin caerse, debes ser constante y desechar la idea de abandonar el camino; recuerda que habrás fracasado desde el mismo instante en el que decides abandonar. Una buena manera de no caer en la tentación de salirte del camino ante las primeras dificultades, es establecer objetivos concretos a muy corto plazo, por ejemplo: analizar semanalmente una empresa que cotiza en el IBEX35 o el Dow Jones. También puedes comprometerte a hacer un seguimiento diario de las fluctuaciones que ocurran en determinado mercado accionario, e intentar luego encontrar las causas que puedan explicar dichas variaciones de precios, si prefieres, puedes establecer como objetivo semanal la lectura de un periódico especializado en economía y finanzas, o recopilar la información bursátil de tu interés para comprender e intercambiar opiniones con otras personas conocedoras del tema.
Alcanzado este punto te habrás dado cuenta de la disciplina que necesitas para mantenerte en el camino de las inversiones. Quizás estés pensando que esto no es para ti, pero ten en cuenta que todo comienzo es un reto que te irá ilusionando cada vez más en la medida que vayas dando los primeros pasos prácticos.
Anímate a invertir y hazlo con sentido común.
Si quieres comenzar a jugar en el mundo del mercado accionario, las «blue chips» pudieran ser una buena opción de inversión
No es de extrañar que una significativa cantidad de inversionistas prefiera operar con las denominadas Blue Chips. Este término, que hace referencia a las fichas azules de los casinos (las que representan mayor valor) es empleado en el mundo bursátil para identificar las acciones de empresas estables, financieramente sólidas, muy consolidadas y con una buena aceptación de sus productos o servicios. Por lo general, las blue chips corresponden a las acciones de entidades financieras mundialmente reconocidas, así como las multinacionales que ocupan posiciones de liderazgo en el sector de la energía y las telecomunicaciones.
Las acciones de este tipo de empresas son muy atractivas para los inversionistas por su confiabilidad, la evolución de su precio se mantiene más o menos uniforme sin responder de forma abrupta a los vaivenes del mercado; además, las blue chips pueden comprarse y venderse cuando se desee y, en ocasiones, el pago de los dividendos (ganancias) se hace de forma regular aunque la empresa no esté atravesando su mejor momento.
Una buena manera de entender las blue chips es considerándolas como los valores estrella del mercado: estables, con una rentabilidad predecible (aunque algo baja) y con escaso riesgo financiero, lo que las hace ideales para los inversionistas conservadores, precavidos y con escasa tolerancia a la incertidumbre y el riesgo.
Como es de esperarse en cualquier inversión, la rentabilidad es proporcional al riesgo; en el caso de la blue chips, la rentabilidad es bastante baja y debido a su alta demanda, estas acciones suelen tener precios más elevados, por lo que no son adecuadas para quienes deseen ganancias rápidas; sin embargo, son una buena manera de comenzar a jugar en el mundo del mercado accionario.
¿Habías pensado alguna vez en ser accionista de un gran Banco? Al adquirir acciones blue chips, no sólo comenzarás a dar tus primeros pasos en el mundo de las inversiones, obteniendo dividendos cada cierto período de tiempo; sin proponértelo, también serás socio y propietario de una pequeña parte de esa empresa; una muy pequeña parte, pero por ahí se empieza.
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